Sin valores morales, ni éticos. Sin importar la honradez, honestidad ni injusticia.
Todo lo que se vea que no me afecte a mi, cierro los ojos y no veo. No alzo la voz, no vaya a ser que me oigan y se pongan contra mi.
Que se está cometiendo una flagrante injusticia no nos afecta siempre que no nos toque a nosotros mismos o a alguien muy cercano. No es para tanto… Se veía venir… Lo merece… No se puede hacer otra cosa…
Pero si ya me afecta a mi… Aquí cambia la cosa. Ponemos el grito en el cielo. Eso no se hace… Así no se pude vivir… Son unos sinvergüenzas…
Por eso nos sorprenden actitudes a las que llamamos heroicas, y que a la vez son valientes. Son tan escasas, que ya nos llaman la atención. Estamos tan acostumbrados al «sálvese quien pueda», que lo que nos extraña es el compromiso, responsabilidad, movimiento, entusiasmo, cooperación…
Pero muy pocas personas se sacrifican y se hacen ver y oír para ayudar a otras. Entiendo que hables de injusticia, y me gustaría ayudarte pero… Sí, hay veces que surge esa palabra, pero… que de por sí sola, ya desmiente todo lo anterior. ¿De verdad quieres ayudarme? ¿De verdad estás a mi lado? Demuéstralo.
La lealtad se determina con acciones y hechos, no con palabras
Luis Gabriel Carrillo Navas
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...